i25 NazirNavidad, hermosa fiesta,
Los cielos lanzan copos de nieve,
Los niños cantan villancicos
Y todo es felicidad por navidad.

Pero también es frágil como cristal.
Y peligra como copo de nieve.
Ha sido salvada de vez en vez,
Por hadas, renos, elfos, mujeres y niños.

Mas pocos saben que una vez,
La más hermosa y plácida fiesta,
Fue salvada de una garra siniestra,
Por una creatura que no vas a creer.

La última luz de la navidad se había encendido, mientras en un obscuro bosque en un lugar no definido, se abría una pequeña entrada a una obscura cueva. Negra como boca de lobo y fría como corazón de bruja. La entrada la disimulaban unas ramas ennegrecidas de árboles maltrechos, que como ancianos, se agachaban para cubrir la entrada con sus leñosos dedos. No se puede definir si era para ocultar los secretos de su interior, o para evitar que esos secretos salieran de la cueva a recorrer el mundo.

La obscuridad se rompió poco a poco, al principio solo por el sonido de pisadas, y después por una figura lúgubre que atravesaba la noche. La figura era delgada pero se notaba que llevaba un gran bulto a la espalda. A su paso, las ennegrecidas ramas se abrían revelando un pequeño sendero que llevaba a la entrada de la cueva. La figura entro en la cueva y tras avanzar unos metros, se abrió la cueva en un espacio grande y con una especie de chimenea que lo iluminaba todo. En la pared sobresalían manos talladas en la piedra, que sostenían antorchas que terminaban de iluminar toda la cueva.
A la luz, la creatura se revelo como una cruza de hombre y macho cabrío. Las poderosas piernas recubiertas de fino vello negro, la cintra estrecha y revelando unos genitales colgantes entre la espesa pelambrera. El abdomen marcado y los pectorales también recubiertos de vello negro. La cabeza era la de un hombre con una espesa barba, ojos negros como escarabajos relucientes, y un par de cuernos que eran como espirales que se curveaban hacia el cielo. La creatura llevo el bulto que cargaba hacia una jaula de metal negro, abrió la puerta y dejo caer el bulto. Desato la cuerda y jalo la tela para dejar caer a quienes estaban dentro.

Santa Claus y un joven moreno cayeron dentro de la jaula atontados.
-¡Krampus!- Exclamo Santa Claus. –Tenía que haberlo adivinado. Solo tú te atreverías a secuestrarme en la noche de navidad-
-Así es Claus. Sabes que disfruto el sufrimiento. Y el sufrimiento de los niños al ver que la navidad no llegara este año será un néctar delicioso. Además, mira a tu alrededor. En lugar de pasar la noche repartiendo juguetes y felicidad, pasaras la noche aquí, como mi prisionero, siendo torturado. Mañana te deja ir. Sera lo mejor del mundo verte derrotado, torturado y sin navidad.- Mientras Krampus caminaba alrededor de la jaula, Santa Claus miraba alrededor, y con horror descubrió un potro, una cruz de san Andrés, cadenas y látigos.
Krampus lanzo una terrible carcajada maligna al ver el rostro de Santa Claus. Luego camino hacia el fondo de la caverna, donde la luz no alcanzaba a llegar, poco a poco la risa se fue apagando, señal de que Krampus estaba lejos, al fondo del lugar.
Santa tomo los barrotes y forcejeo un poco. Era inútil. La jaula era a prueba de magia navideña.
-Santa- escucho una voz detrás de él. Y por primera vez recordó que había alguien más en la jaula junto a él.- ¿Realmente eres Santa Claus?- Pregunto un joven moreno, de unos 27 años de edad. Más o menos de 1.70, y cuerpo delgado.
-Si soy yo.- Respondió Santa Claus.- Y tu ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?-
El joven se levantó y paseo la vista por la caverna mientras contestaba. –Me llamo Nazir. Creo que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Caminaba por el bosque cuando vi una figura caminar con un gran bulto. Por curiosidad me acerque a ver que llevaba, y cuando menos sentí, ya estaba dentro del costal.- Nazir se sentó en el piso y miro fijamente a Santa.
-¿No debería estar ya por comenzar a repartir los juguetes?- Santa forcejeo un poco más mientras hablaba.
-Sí, pero Krampus me puso una trampa y me encerró en su costal mágico. De esta jaula no puedo salir, y me angustia no poder llevar juguetes, alegría y felicidad a los niños. Si no salgo pronto, no habrá navidad,-
-Bueno- Dijo Nazir.-La verdad es que yo prefiero a los Reyes Magos, pero me gustaría ayudarle a escapar-
-No sé si sea posible. Ya escuchaste a Krampus. El disfruta el sufrimiento. Por eso le gusta atormentar niños.-
-Quizá si pueda ayudarle, pero será raro.- dijo Nazir. Santa iba a comenzar a hablar cuando escucharon los pasos de Krampus.
-Shhhhhhh. Dejen de conspirar. No hay salida de aquí- Dijo Krampus mientras dejaba caer unas cuerdas a sus pies.- Y Claus, la diversión va a comenzar. Luego me concentrare en el entrometido que también capture.-
-¡Oye, déjame salir!- Grito Nazir.
-¡Cállate, o comenzare contigo! Dijo Krampus con fuerte voz.
-¡Quiero salir!- Grito nuevamente Nazir.
-Te diré solo una vez- Dijo Krampus con voz suave y amenazante, acercándose el joven viril.- Si no dejas de gritar, comenzaré por ti-
-¡Quiero irme de aquí!- Grito el joven una vez más.

Entonces Krampus tomo una llave negra que colgaba de su cuello. Abrió la jaula y antes de que Santa pudiera reaccionar, saco a Nazir y cerro nuevamente. Llevo a Nazir hasta unas cadenas que colgaban del techo de la caverna y ato sus manos al final de la cadena. Las puntas de sus pies apenas tocaban el suelo. Todo su cuerpo estaba estirado. Krampus camino alrededor de él mientras le susurraba. –Te has ganado el derecho de ser el primero. ¿Qué te hare? Azotarte, torturar tu piel con fuego o simplemente apretar tu cuello hasta que dejes de respirar. Primero veamos que tenemos aquí.-
Krampus comenzó a rasgar las ropas del joven, dejando ver su piel morena, un cuerpo lampiño, y músculos fuertes. Las nalgas redondas y duras por el esfuerzo de estar de puntitas, y piernas fuertes.
-Nunca he tenido en mi cueva a hombre como tú. Solo niños que se portan mal. Veremos que podemos hacer contigo.-
Muy a pesar de su primer sentimiento, Krampus no pudo dejar de admirar el cuerpo desnudo, brillante por el sudor, y completamente indefenso de Nazir.
Tomo un látigo que estaba colgado de la pared. Un látigo de mango de madera lustrosa, y tiras de cuero trenzadas y brillantes.
El látigo sonó suave al cruzar el aire y sonoro al caer sobre la espalda de Nazir. El solo suspiro.
Krampus se sorprendió. No esperaba un suspiro en lugar de un grito.
Dio otro latigazo, suave como con los niños. Pero solo obtuvo más suspiros del moreno joven semi colgado del techo.
Por un momento se desconcertó, jamás había dado más de 30 latigazos, y aquel joven llevaba más de 40 sin gritar. La espalda enrojecida brillaba a la luz de las antorchas. Se acercó a Nazir y sin saber porque, acaricio la espalda. Se sentía caliente bajo su mano. El joven suspiro de nuevo.
Krampus tuvo un acceso de ira. ¿Cómo que este humano osaba retarlo al no gritar de dolor? En su lugar solo suspiraba como si lo acariciara. Era una falta de respeto.

Krampus se alejó un poco y comenzó a golpear con su látigo la espalda y nalgas de Nazir, cada vez más fuerte, dejando cada vez una ligera marca roja en su espalda. La respiración del joven se hizo más fuerte y por fin llego el primer gemido de dolor.
Krampus lo escucho con gran placer. A pesar del látigo, ese joven le había negado el placer de escuchar un gemido un grito de dolor. Y ahora, al escuchar el primero, Krampus suspiro extasiado. Golpeo una vez más, y otra línea apareció en la espalda, mientras un sonoro gemido de dolor se escuchaba en el aire. A cada chasqueo del látigo, seguía un gemido y un estremecimiento de dolor. Krampus comenzó a disfrutar cada golpe, cada chasqueo, cada gemido cada vez más fuerte.
Hasta que un latigazo arranco un pequeño grito un sollozo de Nazir. Krampus cerró los ojos y dejo que el sonido vibrara en su cabeza, mientras lentamente el grito era absorbido por las paredes de la caverna. Otro latigazo más y un grito un poco más fuerte resonaron por el aire. Ante los ojos de Krampus, los gritos impregnaban las paredes de la caverna y hacían la obscuridad brillante. El tono mate de la obscuridad reinante ahora era brillante por efecto de los gritos de dolor.
La respiración de Krampus era agitada, tanto por la fuerza de los latigazos, como por la emoción y el placer que le producían los gemidos de dolor. Sus ojos solo tenían un punto focal; el cuerpo moreno y viril del joven, bañado de sudor y surcado por líneas rojas que tejían un entramado brillante ante la luz danzarina y vibrante del fuego de las antorchas.
De pronto otro sonido se hizo presente. Era Santa Claus, que llevaba tiempo pidiéndole a Krampus que se detuviera, pero en su éxtasis, no escuchaba nada más que el dolor provocado.
Sin hacer caso de Santa, Krampus se acercó a Nazir.
-¿Por qué no has gritado? ¿Por qué al principio me has negado tu dolor?- Pregunto intrigado.
Nazir levanto su rostro hacia Krampus, y le sorprendió ver que el joven sonreía.
-Porque lo estaba disfrutando-
-¿Cómo?- Pregunto Krampus atónito- ¿Acaso disfrutas ser torturado?-
- Si.- Dijo Nazir firmemente y mirando a los ojos negros de Krampus. – Yo disfrute tanto el dolor que me provocabas, como tú el provocarlo con tu látigo- dijo retador.
-¿Cómo sabes que lo he disfrutado?- dijo Krampus con voz profunda.
- Solo mira hacia abajo- Dijo el joven.
Krampus bajo la mirada. Vio su verga negra y dura, brillante de líquido seminal. Un pequeño hilo brillante colgaba y se pegaba al vello de sus piernas. El Glande estaba completamente hinchado y lustroso. Su propio cuerpo estaba brillante de sudor. Miro el cuerpo de Nazir, y vio la misma reacción. Su pecho jadeante y perlado de sudor, su verga morena dura y babeante apuntando hacia el techo, con un pequeño hilo que caía brillante hasta el piso del a caverna. Krampus aspiro profundamente, y pudo percibir el olor salado de sus sudores, el olor dulzón del líquido seminal. Este hombre no olía a miedo como otros. Olía a placer. Un olor embriagante, dulzón y ligeramente salado y picante. Como el olor de la brisa marina, mezclado con café y un poco de jengibre. Su mismo olor.
-¿Cómo es posible?- Pregunto Krampus, con mirada sorprendida al tiempo que tocaba la punta de su verga, jugando con su líquido seminal.
-No preguntes ni cómo ni porque- Dijo Nazir. Y su voz se hizo fuerte y vibrante. –Yo ya me lo pregunte durante mucho tiempo y no hay una explicación. Solo es necesario saber, que nos produce placer. Mírate excitado al verme y escucharme sufrir. Mírame excitado al ver que disfrutas a mi dolor y excitación. Disfrutemos esta noche sin preguntarnos el porqué. Solo preguntémonos como y que tanto. Aprovechemos el tiempo que tenemos frente a nosotros, que esta noche sea para nosotros, nuestro placer y nuestro disfrutar.- Nazir bajo la voz y en un susurro dijo, mientras miraba la cara sorprendía aun del macho cabrío, - Átame, azótame, tortúrame. Disfruta mi dolor, porque mi placer es la entrega de mi cuerpo a tu perversidad.-
Huelga decir que Krampus no se cuestionó más.
La noche era joven, y más su perversa sensualidad.
Krampus soltó al joven y después lo ato al potro. Y por primera vez disfruto al máximo todo. Ver el cuerpo de Nazir estirarse, ver las manos cerradas y los pies estirados en sufrimiento continúo, fue una delicia para él. Krampus paseaba sus uñas por la piel del joven sintiendo cada vibración. Descubrió que podía sentir el calor fluyendo en la piel del cuerpo torturado, y disfrutaba acariciar a Nazir. Llevo al joven a una cruz en forma de T y lo ato de pies y manos, lanzando pequeñas brasas a su cuerpo, torturándolo con calor sin quemarlo. El joven se retorcía y su cuerpo cubierto de sudor parecía una imagen de madera cromada de algún santo de iglesia barroca. Esa noche fue Andrés crucificado en cruz, fue Pedro crucificado cabeza abajo, Fue Lorenzo atado en una parrilla, fue un mártir disfrutando se su martirio y del sadismo que provocaba en su captor.

Krampus disfruto de ese joven de una manera que jamás pensó. Aprendió que su sadismo era generador de un placer muy diferente al que siempre pensó. Todo el tiempo excitado, disfrutando provocar el sufrimiento y disfrutando como disfrutaba su joven mártir a él entregado.
A eso de las dos de la mañana, Krampus tenía atado a Nazir con los brazos abiertos a dos columnas de piedra, Los pies también abiertos de tal forma que el joven era una X flotante en medio de la caverna, Su sombra cruciforme vibraba y se movía según crepitaban las antorchas. Krampus tomo los testículos de Nazir en su mano velluda, y su tacto hizo que el joven suspirara de placer. El macho cabrío comenzó a apretar suave pero inexorablemente las bolas duras de tanto aguantar la eyaculación. La presión se hizo cada vez más intensa, y Krampus disfrutaba, bebía, el dolor que provocaba, sentía vibrar los testículos en su mano, sentía como los músculos se tensaban, como la respiración se agitaba, podía oler el aliento impregnado de placer y dolor del joven. Miro su cuerpo lleno de marcas del látigo, y no pudo evitar pasar su lengua por la mejilla de torturado. Lamio el sudor del joven y el sabor salado y dulce le impregno la boca, el sabor a sal, café y jengibre dl placer mezclado con dolor.
Nazir no soporto más la presión y sin poderlo evitar lanzo un grito sonoro mientras eyaculaba en una gran explosión. El grito resonó en la caverna y Krampus sin poder evitarlo también eyaculo. Un potente chorro blanco como una fuente salió de su verga negra, mezclándose con su propio sudor. Ambos resoplaban por la liberación del placer contenido. Sus cuerpos brillantes y lustrosos a la luz de las antorchas, bañados en la luz roja y amarilla de fuego protector.
Krampus desato a Nazir y lo llevo a una cama hecha con pieles de oso, donde él también se recostó. Amos sonrientes, ambos felices, ambos satisfechos por la experiencia vivida. Krampus se acomodó sobre una gran piel de oso negro, y pronto comenzó a roncar. Nazir apoyo su cabeza en el pecho de Krampus, escuchando su corazón.

¿Y Santa Claus?
La verdad es que al principio protesto por lo que miraba, pero al ver lo que ocurría, y que no le hacían caso, solo se quedó sentado en la jaula sin saber qué hacer, ni que decir. Ya después de dos horas de tortura, Santa solo se quedó recostado esperando a que terminara esta especia de romance espontaneo sadomasoquista homocabrioerotico de su archienemigo y un desconocido.
En estos refunfuños estaba Santa, cuando escucho un sonido metálico y la jaula se abrió. En la puerta estaba Nazir completamente desnudo.
-Vamos Santa, es hora de salir y repartir juguetes y felicidad por el mundo.- dijo el joven.
Santa lo miro un poco desconcertado y un poco enojado. –Por un momento pensé que me habían olvidado-
-Perdón Santa.- Dijo el joven. Krampus tenía más energía de la que pensé…y bueno también yo lo estaba disfrutando.- dijo un poco avergonzado.
-Está bien.- Dijo Santa poniendo los ojos en blanco. –Por lo menos ya podre irme a repartir felicidad. ¿Quieres que te lleve a algún lugar?.-
Nazir miro a Krampus dormido, y dijo tímidamente. –Creo que me quedare un poco más-
Santa lo miro pícaramente, y solo atino a contestar. –Haz tu santa voluntad-

Y así fue que Santa salió de la caverna,
Y silbando a su trineo llamo.
Prontos sus renos arribaron,
Y así la navidad se salvó.

Krampus ya no ha aparecido,
Ningún niño se ha llevado.
Ahora cada año al despertar,
Encuentra en su cueva a un joven osado.

Así es pues que esta hermosa festividad,
Lleva años llevándose en tranquilidad,
Pues Krampus ya tiene a quien torturar,
Y aprende más de esta pervertida sensualidad.

Ahora ustedes son participes de la verdad,
No fueron renos ni duendes quienes hicieron el milagro
Fue un sumiso sadomasoquista quien enfrento al ogro,
Y así, pervirtiéndolo, salvo la navidad.

Perdón, se me olvidaba decir de Santa.
Muy contento quedo al no tener que lidiar con Krampus,
Y desde ese año dejo un gran regalo fuera de la cueva.
¿Qué juguetes les deja? Eso a su imaginación se les queda.

Por: Nazir

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