i21 La oporInicialmente sólo serían unos días y ya han pasado meses, decidí dejar mi anterior vida con todo lo que eso conllevaba, mi familia, amigos, a mi perro. Me ofrecieron una “buena” oferta de trabajo, dando capacitaciones en distintos centros, pero justo al llegar a la primera ciudad la campaña en la que estaba cerró y me reasignaron aquí a la espera de un puesto mejor, que estúpido al creerles la primera vez y que idiota por seguir haciéndolo, de no tener una personalidad tan dócil las cosas serían diferentes, pero no puedo con la confrontación. Ahora mi rutina consiste en ir a trabajar, atender mi departamento y estar en internet, casi siempre viendo porno, no me he podido adaptar aquí así que no he trabado ninguna amistad, lo que me queda es solo mi computadora.

Durante este tiempo he sido capaz de soportar por una persona, no sé su nombre en mi mente siempre la llamo “mi Diosa”, una gerente que no atino a descifrar su edad, alta, pelirroja y de piel clara, es tratada como toda una reina por los empleados, no he visto a nadie oponerse a ella, el único momento en que puedo disfrutar de su presencia es en el almuerzo, adoro cada segundo en el cual compartimos el mismo espacio, aún si es con otras 30 personas, por algún casual la escuché mencionar algo de un voluntariado para la víspera de navidad en el albergue de la ciudad, creía que ella se presentaría para ello por lo que decidí presentarme también.

Impaciente mientras conducía recordé una entrevista que salió recomendada mientras veía porno, era de un hombre que se declaraba propiedad de una mujer, afirmando que desde que la adora y sirve se siente realizado, que ella le da sentido a su existencia, por alguna razón me sentí un tanto identificado con eso que decía, siempre me han visto (e incluso yo me noto) como un inútil, el ver la gratitud o un gesto por un trabajo bien hecho siempre me ha hecho sentir bien, era una idea que iba tomando fuerza, me sonroje al pensar pertenecerle a mi Diosa, quizá por eso me anime a venir aquí en primer lugar, sabía que no era más que una fantasía, pero el estar cerca de ella hace que no piense en nada y si puedo servirle de algo me haría muy feliz “creo que ese sería mi deseo de navidad” dije a mis adentros al aparcar.

Llegue media hora antes de lo esperado, no suele haber mucho entusiasmo por estas actividades que hasta el encargado del albergue se sorprendió de mi llegada, me presta un delantal y me asigna algunas tareas de limpieza y para, en su momento, apoyar a servir la comida, mientras hacía lo que me pedía vigilaba la entrada, después de un rato la veo llegar pero no viene sola la acompaña una adolescente que asumo es su hija pues tiene la belleza de mi Diosa, con tristeza vi como aquella hermosa mujer tras saludar al encargado y despedirse de su hija se marcha sin notarme, pese a la decepción que sentí no pude evitar sentirme feliz de verle aunque haya sido por un momento, felicidad que no paso desapercibida por mi nueva y única compañera, quien de inmediato me trató de forma despectiva haciéndome notar que también había heredado el temperamento de su madre.

Poco a poco empezó a llegar la gente, personas que lo habían perdido todo por sus vicios o mala suerte y aquellas que desde un principio no tuvieron nada, me sentí avergonzado de haber asistido con motivos tan egoístas, estaba ensimismado en mis pensamientos que no había notado siquiera la película que pasaban en la vieja televisión del recibidor, la reconocía aunque no recordaba el nombre, justo en eso noto a la hija de mi Diosa hablando muy animadamente con una vagabunda, era una joven que rondaba los 25 aunque aparentaba mas, las drogas habían dejado sus marcas en su cara, ojos hundidos y resaltados por ojeras, dientes amarillentos y labios muy pronunciados, cabello oscuro y sucio, llevaba ligas para el cabello de varios colores en la muñeca, me incomodaba la imagen de esa mujer, un podo desmoralizado continué con mis labores intentando distraerme pero hubo algo más que me llamó la atención y fue que constantemente ambas volteaban a verme mientras seguían hablando, di por hecho que eran figuraciones mías así que seguí con mi quehacer.

Ya que había terminado con mis asignaciones solo debía esperar a la hora de la cena, por lo que di una mirada a mi alrededor, aparentemente nadie me prestaba atención así que opte por ver la película y me encontré con una escena donde una bibliotecaria aparentemente tímida lleva al protagonista al cuarto de su casa, donde lo esposa y se revela como una dominatrix, despojándose de su atuendo conservador y revelando un traje de piel negro y empieza a azotarle con una fusta, en mis adentros a parte de me imaginé en esa situación con mi Diosa, recordando mi recién formulado deseo el servirle a mi Diosa, provocarle esa sonrisa de satisfacción, ofrecer a su disposición mi mente y cuerpo para su dsfrute, de nuevo inmerso en mis pensamientos no me percaté, ni que de nuevo era el centro de atención de las recién hechas amigas ni de la erección que me había provocado todo eso.

Una vez consciente de lo que pasaba me apresuré al baño mientras en la lejanía escuchaba las risas de mis espectadoras, lleno de vergüenza y excitación me lave la cara con el agua helada, me senté durante un momento en el inodoro y cerré los ojos para intentar recobrar la compostura, al abrirlos noté que ya era tiempo de empezar a servir, para hacer más complicado todo me tocó a un lado de Ella de quien nunca tuve la oportunidad de saber su nombre, durante el rato que estuvimos sirviendo, en voz baja se refería a mí como pervertido, llegó a decir lo suficientemente alto para que yo escuchase que era un patético remedo de hombre, no sabía cómo reaccionar ante esa situación, solo agachaba mi cabeza cada vez mas avergonzado y mi miembro de nuevo comenzaba a reaccionar ante la situación.

Mientras la gente cenaba, Ella me ordenó ir a la bodega por mas platos desechables, intenté protestar pues ya habíamos servido a todos pero una mirada suya y que dibujase con sus labios la palabra pervertido me hicieron callar de inmediato, atravesé la cocina hasta la bodega, era bastante amplia y ordenada, unas cuantas cajas con utensilios, desechables, aceites comestibles y electrodomésticos descompuestos, al entrar se cierra la puerta de golpe, me sobresalto y trato de abrirla sin éxito “Feliz navidad pervertido” escucho al otro lado de la puerta, al momento de intentar gritar alguien por la espalda me tapa la boca y me pone un cuchillo delante de los ojos una voz femenina un tanto aguardentosa me amenaza “ni una palabra o te rajo, cierra los ojos y gírate” obedezco aterrorizado, al girarme vuelve a hablar “vas a hacer todo lo que te diga si quieres salir enterito de esta, más te vale que no me hagas enojar”.

Me tiró al piso boca arriba y con uno de los cables que habían sueltos me amarró las manos a uno de los pesados estantes, asegurándose que no pueda librarme, me arrancó el delantal y la camisa, acto seguido me quitó los pantalones con todo y ropa interior, con el miedo que sentí mi pene se muestra totalmente flácido al cual por diversión decidió pisar, por el dolor abrí los ojos y vi a la vagabunda, tenía una cara el brillo de los ojos de una persona al recibir un gran regalo mezclada con la malicia de alguien que está por cometer un crimen, se encontraba totalmente desnuda, unos brazos y piernas delgadas, un abdomen abultado sin simetría, un pubis con abundante vello púbico y un liquido espeso que adorna su entrada, provocándome más incomodidad que la primera vez que la vi.

Al ver que mi miembro no estaba erecto decidió empezar a darse placer de otra manera, hundiendo mi boca en su sexo, el cual me impregnó la nariz de un olor bastante fuerte y algo desagradable, al cual me rehúse a lamer, pero ella rápidamente encontró la solución a ese problema en mis pezones, en el acto me retuerce las tetillas hasta que no soporto e intento gritar, un alarido que no sale pues su entrepierna ha sellado mi boca “más te vale que cooperes, pervertido de mierda” con el dolor y esa manera de tratarme mi pene empezó a levantarse, hecho que le agradó “así que al putito le gusta esto, muy bien parece que hoy va a ser una noche buena para los dos, ahora lame hasta el fondo zorrita” en ese momento deje de obedecer por miedo y empecé a hacerlo por placer, estaba atado, a la merced de una mujer y estaba siendo utilizado para su placer, me retorcía los pezones, me insultaba entre gemidos que forzaba por no hacer muy ruidosos, en un momento se volteo para quedar en posición de 69, movía sus caderas de tal modo que me hacía lamerle el ano de vez en cuando hasta que me forzó a meterle la lengua en el, para mi fortuna se notaba limpio.

Con todo eso mi pene empezó a convulsionar, ella al notarlo tomo un par de sus ligas para aprisionarme el pene y los huevos, provocando un sobresalto que ella aprovecho para restregarse aun mas en mi cara culminando en un orgasmo que dejo mi cara totalmente humedecida, al tiempo que decía “trágatelo putita” lamí todo el fluido que emanaba de su ser mientras ella comenzó a juguetear con mi pene, le daba pequeños azotes, pellizcos, llego a morder los huevos y el glande, se giro hacia a mí, me dio un tierno beso mientras de golpe se introducía mi miembro en su cálida y palpitante vagina, al abrir la boca por la brusquedad me escupió en la boca, me sentía humillado pero tan feliz a la vez, desde el primer momento fue bastante ruda, sentía que me violaba, cada vez mas y mas fuerte, le dio por amordazarme y morderme los pezones, arañarme, debido a la ligadura no podía eyacular, continuo poseyéndome hasta que sentí su cuerpo temblar con una presión muy grande que se apoderó de mi pene y de nuevo se hizo presente el fluido del cual me empezaba a enamorar.

Una vez ella repuso, me ordenó ponerme boca abajo, fue en ese momento donde volví a ser consciente de la situación, me invadió el terror ella al darse cuenta que no me movía se enfadó “bien, tu lo has querido, yo quería que fuera todo bonito pero parece que necesitas un castigo, voltéate ahora pendejo” una vez acomodado me apretó la mordaza, tomo mi tenso y ahorcado miembro para ponerlo entre mis piernas, sentí que un liquido caliente caía en mi espalda, trasero y piernas, un olor penetrante y repugnante empezó a inundar la habitación, la vagabunda me estaba orinando, cuando terminó tomó una de las cucharas de madera y empezó a azotarme sin piedad el culo, a veces alternaba de una nalga a otra y otras veces se ensañaba con una, por más que gritaba no pasaba de un gemido ahogado, una vez terminó de castigarme en breve un liquido aceitoso se resbalaba entre mis nalgas, quitó la liga de mi pene y al tiempo que me masturbaba introducía un par de dedos en mi esfínter a un ritmo frenético tan profundo que solo podía emitir gemidos entrecortados de placer y dolor, no pasaron más de 20 segundos cuando termine, sucio, abusado y extrañamente feliz me desvanecí. Al recobrar la consciencia me encontraba de nuevo en mi carro, soy un regalo de navidad que ahora pertenece a aquella mujer que no tiene nada.

Autor: Cusi

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