21EscritoraHabía una vez en un lugar no tan lejano una joven y coqueta estudiante a la que le gustaba usar medias con liguero y linda ropa de encaje, Adrii ella anhelaba trabajar al lado del más grande editor de la más importante revista Lujuria y Perversión. Yoss, un hombre que con solo tomar papel y lápiz te hacia transportarte mágicamente a situaciones deliciosamente inesperadas.

Y el día llegó, Yoss solicitaba una asistente y adrii fue a la entrevista.
Días después una llamada hizo que Adrii brincara de alegría, había obtenido el empleo y por las tardes después de la escuela seria la asistente de Yoss.
Y así fue, conoció a Yoss, un hombre muy serio y ocupado todo el tiempo. Pero muy guapo y agradable, Adrii por otro lado, siempre coqueta y alegre por más que sintiera que el trabajo no terminaba.
Una noche, ya muy tarde Adrii intentaba ir a descanzar, pero llovía y Yoss le pidió que se quedará un poco más.
El cansancio la vencía y se recostó en un sillón sin pensar que se quedaría profundamente dormida.
Al despertar, se asustó, pues estaba en una recámara a la que no recordaba como llego. Pero ya la conocía, era aquel cuarto de juegos del que había leído una y otra vez.
Mientras observaba todo, entro una chica llevándole un obsequio del que ella decía ser su señor. Era una hermosa caja que tenia un hermoso coordinado negro de encaje con medias y liguero, un vestido elegante con transparencias y unas zapatillas que hacían juego. Si algo distinguía a Yoss es su buen gusto; y mientras Adrii se enamoraba de aquel obsequio ella dijo- Mi señor la espera para desayunar.-
Adrii busco el baño, se ducho rápidamente y fue en busca de Yoss, algo le decía que era él.
Y así fue, era él tan elegante como siempre, pero con una hermosa sonrisa, desayunaron y conversaron largo tiempo. Adrii no conocía el extraño mundo de Yoss, pero al escucharlo se le notaba que moría por conocer más y más...
Adrii sentía que la humedad de su interior quería escapar con cada palabra de Yoss.
Y entre sueños escucho que decía -los orgasmos de mi sumisa me pertenecen, yo los controlo-
Adrii no aguanto y dijo -quiero ser tu sumisa.-
Yoss sonrió y le dijo, -te propongo algo, jugaremos a que lo eres y si logras no tener un solo orgasmo
durante el día seré tu guía, ve a la habitación y esperame ahí, desnuda y de rodillas y desde ahora me llamarás Señor, no podrás levantar la mirada y nada de correrte.-
Yoss entro a la habitación y cubrió los ojos de adrii y ató sus maños por la espalda, adrii sentía que su pecho se agitaba al sentir el rose de las cuerdas en su piel.
-Te has ganado unas nalgadas por disfrutar, inclínate para dártelas, serán 50, quiero oír que las cuentes-
Adrii contó una a una las nalgadas y de sus ojos salían lágrimas, en ocasiones su cuerpo se arqueaba y otras gritaba o casi susurraba el número que contaba.
Yoss noto que la humedad de Adrii era excesiva y metió un dedo en su vagina y luego otro y otro más. Así que le dijo que le ayudaría a no correrse.
Yoss buscó entre sus juguetes y encontró unas esferas vibradoras que introdujo suavemente en su vagina.
Pero Yoss piensa en todo y aún faltaba un lugar más.
La humedad de Adrii sirvió para lubricar aquel lugar y Yoss introdujo un plug.
Estas lista para comenzar el día.
Vístete y vamos a trabajar que ya es tarde. Adrii volvió a agitarse mientras Yoss desataba las cuerdas pero obedeció y fueron a trabajar.
Lo que Adrii no sabia era que las bolas vibradoras eran de control y Yoss las manejo a su antojo durante el día.
Adrii solo cerraba los ojos y se aferraba a su ropa o al escritorio, la silla o lo que tuviera en mano también eran suyos en ese instante en que Yoss las prendía.
Ese día conoció al Yoss travieso, se acercaba a ella por detrás para que sintiera su miembro, pellizcaba sus pezones o acariciaba su vagina, le susurraba ordenes, mordía su oreja o pasaba la lengua por su cuello.
Adrii no sabía de donde había sacado fuerza para soportar ese delicioso martirio.
El día casi terminaba Yoss la llamo y prendió las bolitas y le dijo que había pasado la prueba, que debía pensar y decidir si quería aprender a ser sumisa.
Adrii no soporto más y le dijo:
Señor le obsequio este orgasmo es suyo solo suyo, usted lo provocó...

Y colorín colorado, ese orgasmo fue obsequiado.

Autora: Ana Sanchez

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